El pasado mes de diciembre, nuestro país avanzó en una reforma del mercado laboral acordada entre gobierno, sindicatos y patronal. Se trata de un marco legislativo innovador que cambia algunos de los aspectos más controvertidos de la última reforma, de 2012, y con el objetivo de acabar con parte de la temporalidad del mercado laboral.
Los cambios principales
En la nueva reforma, se suprimen los contratos de obras y servicios a plazo fijo, muy problemáticos, que se utilizan sobre todo en la construcción. Una vez que se haya completado una tarea asignada, la empresa deberá reubicar al trabajador en otro sitio. Cuando esto no sea posible o sea rechazado por la empresa, se dará por terminado el contrato.
Sólo se permitirán dos tipos de contrato a plazo fijo:
- para atender necesidades de producción (o reposición de estructuras)
- para capacitación
El primero incluirá picos de demanda: se permitirá la contratación temporal cuando se necesite apoyo adicional, aunque con algunas limitaciones, por un máximo (discontinuo) de 90 días en un año.

La normativa contra los abusos de la temporalidad
Para combatir el abuso de los contratos temporales sucesivos, el marco instaura una presunción de permanencia para quienes, en el plazo de 24 meses, hayan pasado 18 en el mismo puesto de trabajo o en diferentes puestos de trabajo en una misma empresa o grupo, mediante dos o más contratos vencidos.
También se elevarán las multas por contratos de duración determinada fraudulentos. Las empresas multiservicio, que han disfrutado de la potestad de fijar las condiciones de empleo, ahora tendrán que cumplir con los convenios sectoriales. Esto es para disuadir la subcontratación —de limpieza o mantenimiento o tecnología de la información.
La reforma es la primera de gran envergadura que recibe la bendición de todos los agentes sociales en más de 30 años. Esto será muy bien recibido por la Comisión Europea, considerando que había exigido que España tuviera en consideración áreas problemáticas, incluidos los contratos temporales, particularmente en el sector público, con el respaldo de empleadores y sindicatos.
Por lo menos, esta reforma laboral muestra cómo se puede encontrar el consenso entre las partes y cómo las negociaciones pueden ser fructíferas, en cualquier caso, algo que debe recibir una calurosa bienvenida. El éxito de la reforma sólo se pondrá de manifiesto si se erosiona la dualidad del mercado laboral español y se reduce el trabajo de duración determinada, lo que en última instancia repercutirá en el bienestar de las familias.