La inflación ha sido noticia durante varios meses y ciertamente es un problema que afecta a todas las empresas, industrias y a todos nosotros como consumidores. Sin embargo, meses de noticias e incertidumbre están empezando a calar en un sector fundamental para la economía y para la vida: la agricultura y la ganadería, en toda Europa y también en España.
La tensión inflacionista
La inflación afecta tanto a los productores como a los consumidores. En el caso de la agricultura, los datos históricos respaldan la hipótesis de que los precios de los productos básicos suelen aumentar durante los períodos de inflación. Pero también lo hacen los precios de los insumos agrícolas.
- El aumento de los precios de los productos básicos está provocando un incremento de la demanda mundial de insumos agrícolas, como semillas, fertilizantes, ganado, equipos agrícolas, etc., lo que ejercerá una presión al alza sobre los precios de los insumos, manteniendo todos los demás factores constantes.
- Unos niveles de inflación sostenidos e «inaceptables» suelen llevar a la UE, en este caso al Banco Central Europeo, a elevar los tipos de interés, lo que se traduce en una inflación adicional de los costes de los insumos para las empresas que dependen mucho del capital prestado (por ejemplo, la agricultura). Lo ha hecho en julio de 2022 por primera vez en doce años, afectando levemente a los préstamos.
- El aumento de los tipos de interés también puede repercutir en el valor de la tierra, en los tipos de cambio y en los gastos generales de las familias, todo lo cual repercute en el poder adquisitivo general de los recursos agrícolas.
El impacto a corto y medio plazo
En resumen, los puntos anteriores arrojan un mensaje mixto sobre el impacto de la inflación en los agricultores españoles y europeos:
- La presión inflacionista en la economía puede presionar al alza los precios de las materias primas agrícolas, pero los precios más altos de las materias primas aumentan la demanda de insumos agrícolas, incluido el coste de los fondos prestados.
- Los datos históricos muestran claramente que la inflación tiende a aumentar el valor de los activos agrícolas, como la tierra, pero podría perjudicar a las exportaciones agrícolas europeas por su impacto en el valor del euro frente al dólar.
Muchos de los efectos dependen realmente de la gravedad y duración de la inflación «excesiva» en la economía y del cambio final de la política monetaria. Además, el resultado puede variar en función de si se es un inversor en tierras agrícolas, un propietario permanente o un arrendatario de tierras, además de la dependencia de uno de los fondos prestados y/o de los mercados internacionales.